Pamplona

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En la vega del río Arga se asienta Pamplona, una ciudad llena de historia y arraigadas tradiciones. Las calles y plazas de su casco histórico aún conservan una importante colección de edificios monumentales presididos por sus iglesias y murallas medievales.
Pamplona es una ciudad en la que tradición y modernidad conviven en armonía. Fundada por el general romano Pompeyo en el 75 a. C., la ciudad cobró importancia en el siglo X con el reino de Pamplona. Durante el reinado de Sancho III el Mayor (siglo XI) se estableció el actual trazado del Camino de Santiago por tierras navarras, hecho que influiría tanto en el aspecto de la ciudad como en su desarrollo histórico.
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La visita a Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra, debe comenzar en los “caseríos”, conjunto de comarcas de origen medieval que representan la semilla de la que nació la ciudad actual. En la céntrica Plaza Consistorial se encuentra la majestuosa fachada barroca del Ayuntamiento. Este edificio, de 1752, conmemora la unión de los caseríos de San Cernín, San Nicolás y Navarrería. Junto al ayuntamiento se encuentra la iglesia gótica de San Saturnino o San Cernín, construida en el siglo XIII. Sus dos torres, anteriormente coronadas por almenas, sugieren su antiguo papel defensivo. Sobre el antiguo claustro se alza la ermita barroca de la Virgen del Camino, patrona conjunta de la ciudad. La vecina Cámara de Comptos (siglo XIII), el edificio más antiguo de la ciudad, fue sede del antiguo Tribunal de Cuentas de Navarra, entre los siglos XIV y XIX.

Saliendo por la calle Mayor llegamos a la Iglesia de San Lorenzo (siglo XIX), que alberga la capilla barroca de San Fermín, en el cerro de Santo Domingo también se pueden ver otras construcciones del casco antiguo de Iruña (nombre vasco de Pamplona). La portada plateresca del interesante Museo de Navarra, que alberga una importante colección de piezas arqueológicas y obras de arte, y la iglesia gótica de Santo Domingo, del siglo XVI. La plaza del Castillo, arbolada y rodeada de hermosos edificios del siglo XVIII, se ha convertido en el corazón de la ciudad. El Palacio de Navarra, sede del gobierno de Navarra, fue construido a mediados del siglo XIX y conserva su fachada neoclásica (visitas previa cita).

En su interior destacan el Salón del Trono de estilo barroco y el retablo de la Capilla, así como un retrato del rey Felipe VII pintado por Goya. Bajando por una de las calles adyacentes se llega al barrio de La Navarrería, en cuyo centro se alza la Catedral de Santa María la Real. La catedral se comenzó a construir a mediados del siglo XIII, en el sitio de la antigua catedral románica, aunque las obras no se terminaron hasta el siglo XVI. Este magnífico edificio tiene tres naves de estilo gótico, así como varios añadidos neoclásicos. La nave central alberga el mausoleo de Carlos III el Noble y su esposa (siglo XV), trabajado en alabastro y considerado una de las series escultóricas más importantes de Navarra.

El altar mayor está presidido por la imagen de la Virgen de Santa María la Real, ante la que los Reyes de Navarra prestaron juramentos en las ceremonias de coronación. Destacan igualmente el claustro gótico (siglos XIII-XV), con su Puerta del Amparo, la Capilla Barbazana y la Puerta Preciosa. El Museo Diocesano contiene una interesante colección de obras de arte sacro, entre las que destaca un conjunto de esculturas medievales de la Virgen y varias piezas de orfebrería medieval francesa. Junto al recinto de la catedral se encuentran varias casas nobles, como la de la familia Itúrbide, del siglo XVII, que conserva el escudo de armas de la familia, y el palacio de la familia Goyeneche, construido un siglo después.

Los distritos más nuevos de la ciudad cuentan con amplias áreas verdes: el Parque de la Ciudadela, el Parque de la Taconera y los Jardines de Media Luna son buenos ejemplos de una ciudad que ha disfrutado de un crecimiento urbano modelo. Gastronomía, fiestas y entorno El casco antiguo es un lugar ideal para degustar las delicias de la variada cocina navarra. En cualquiera de sus restaurantes podrás degustar los productos tradicionales de la huerta navarra: espárragos, pimientos del piquillo, alubias. El cordero asado o el cordero cocido con tomates y pimientos son los platos clásicos, acompañados siempre de un buen vino con Denominación de Origen Navarra y un pacharán (licor de endrinas y anís) para finalizar.

Si quieres conocer Pamplona y su gente en plena fiesta, conviene visitar la ciudad durante las fiestas de los Sanfermines (del 6 al 14 de julio), que tienen la denominación de Interés Turístico Internacional. Uno de los mayores atractivos de estas fiestas en honor al patrón de la ciudad es el encierro (tradición de correr delante de los toros), que se desarrolla principalmente en el cerro de Santo Domingo, continuando luego por la calle Mercaderes. hasta el cruce con Estafeta, que conduce a la Plaza de Toros. Sin embargo, para participar conviene estar en forma, tomar ciertas precauciones, como entrar solo en los puntos autorizados, correr un solo tramo del recorrido y evitar provocar a los toros. También es importante reservar alojamiento con suficiente antelación. A 45 km de la capital de Navarra, en la histórica ciudad medieval de Olite, se encuentra el hotel Parador Príncipe de Viana. Este establecimiento se alza junto a un palacio-castillo del siglo XV, declarado Monumento Nacional, con bellas torres y almenas.

Cerca de Pamplona también se puede disfrutar de grandes parajes naturales. Al oeste se encuentra el Parque Natural de Urbasa y Andía. Al norte, los pueblos y valles del Pirineo Navarro ofrecen algunos de los paisajes más bellos de toda la provincia. El Pirineo Atlántico, la zona más occidental de la sierra, cuenta con importantes espacios naturales, como el Parque Natural de Bertiz. Uno de los valles más importantes es el de Baztán, que se extiende entre montañas, con pueblos como Berroeta, Aniz, Ziga, etc., todos ellos con numerosas torres y palacios medievales. Bellos ejemplos de estas construcciones se pueden encontrar en la capital del valle, Elizondo, desde donde se puede partir para visitar Urdax y Zugarramurdi, pueblos famosos por sus cuevas y por ser antiguos campamentos de brujas. El principal atractivo de los Pirineos Orientales es el Camino de Santiago. Bajando de Francia, se adentra en tierras navarras para llegar a Roncesvalles, localidad establecida como santuario y hospital en 1132 y primera parada de peregrinos. Siguiendo la cadena montañosa se llega a la Selva de Irati, un espacio natural único con uno de los bosques de hayas más grandes del sur de Europa. Otros puntos de interés del Pirineo Oriental son el Valle de Salazar y Ochagavía, la localidad más poblada de la comarca.